En el vasto lienzo de la vida, cada uno de ustedes es una pincelada de color vibrante, una chispa de energía, una promesa de cambio. Ser joven es más que una etapa temporal; es un estado de ánimo, una actitud, un llamado a la acción. Como jóvenes, llevamos en nuestras venas la pasión y el ímpetu por desafiar lo establecido, por imaginar un mundo mejor y por trabajar incansablemente para hacerlo realidad.
«Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta genética», nos decía el inmortal Che Guevara, y estas palabras resuenan en nuestros corazones con una claridad inquebrantable. En nuestras venas corre la sangre de los rebeldes, de aquellos que desafiaron la injusticia y lucharon por la libertad y la igualdad. Somos los herederos de una larga tradición de resistencia y cambio, y tenemos el deber de honrar ese legado con nuestro compromiso y nuestra valentía.
Pero ser joven va más allá de la rebeldía y la lucha. Ser joven es enfrentar los desafíos y crear o recrear un espacio para el desarrollo pleno y el futuro. Somos arquitectos del mañana, con la responsabilidad de construir un mundo más justo, inclusivo y sostenible. En nuestras manos reposa el destino de la humanidad, y es nuestra tarea aprovechar cada oportunidad, superar cada obstáculo y forjar un camino hacia un mañana más brillante.
Sabemos que hay jóvenes, considerados así por su edad, pero que por su forma de pensar son de la tercera edad, están muertos porque no tienen sueños y además, lo que es muy grave, desean el retrocedo social, apoyan a quienes han saqueado al país y se han enriquecido actuando con un desprecio por los que menos tienen, eso es inconcebible, por eso la joven, por su pensamiento y su acción, que merece nuestro reconocimiento es Claudia Sheinbaum, como también es Andrés Manuel López Obrador. Son jóvenes ejemplares, con quienes nos identificamos millones.
¿Estamos en coincidencia?
José Guadalupe Bermúdez Olivares
Militante de izquierda, docente e impulsar del cooperativismo como instrumento de cambio.
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