Reflexiones sobre necropolítica: la figura del sanson en la instrumentalización de la muerte por violencia basada en el género

por | May 13, 2024 | Mtra. Itzia Janik Macías Barreto, Opiniones

Uruapan, Mich., a 09 de mayo de 2024

Por Mtra. Itzia Janik Macías Barreto

En la tumultuosa época de la Revolución Francesa, una figura femenina emergió desafiante en el escenario político y social: Olympe de Gouges. Activista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres, de Gouges desafió las normas de la naciente república al exigir el reconocimiento del ser ciudadano para todas las francesas.

Su apasionada convicción la llevó a enfrentarse al sistema patriarcal de la época, por lo que su vida terminó bajo la guillotina de Henri-Clément Sanson, miembro de la dinastía Sanson, familia de verdugos franceses que, devotamente, daba muerte a quien se convirtiera en enemigo del poder soberano.

La muerte de Olympe de Gouges ilustra la conexión entre el orden político y el término de la vida por razón de género, en el contexto de la lucha por la transformación político-social. Su ejecución manifiesta la forma abierta con la que el Estado usaba, en ese entonces, el terror para controlar a quien fuera incómodo al régimen.

En la primera entrega de este ensayo exploraré cómo el sistema de dominación masculina, hoy, enmascara y reactualiza las formas disciplinarias que en el siglo XVIII dieron muerte a de Gouges. Para ello me centraré en la figura del sanson, término con el que bautizaré a los verdugos mexicanos contemporáneos: agentes de ministerio público y policías de investigación, seres tremebundos que diariamente cortan, de manera simbólica, la cabeza de las mujeres herederas del espíritu libre de Gouges, en espacios hostiles que hacen la función de guillotinas actualizadas, conocidos como centros de justicia[1]

Pero antes debemos entender dos conceptos clave: biopolítica y necropolítica. La biopolítica es un dispositivo de control de la vida dentro de un territorio, ella determina la forma en que se administrará la vida de la población con derecho a vivir; la necropolítica, en cambio, es un dispositivo de control de la muerte dentro de un territorio, ella determina la forma en que se administrará la muerte de la población sin derecho a vivir o a una vida digna.

Para ilustrar de forma simple los conceptos clave, tenemos que en México la población con derecho a vivir son los hombres heteronormados, blancos, con poder político-económico y fuerza vital, es decir, que su capacidad física y mental no se haya visto mermada por la vejez o la enfermedad; la población sin derecho a la vida se encuentra del otro lado del espectro, está conformada por lo que Giorgio Agamben denominó, homo sacer.

Así pues, el homo sacer que me ocupa en este ensayo son las mujeres, pero no todas, solo aquellas que infringen la norma, las indisciplinadas, las malas alumnas, las que no aprenden ni a golpes ni vituperios.

Veamos cómo ocurre esto a partir de la historia de Mariana Lima: Mariana Lima cursó la licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 2006, hizo su servicio social en el Centro de Justicia de Chimalhuacán, Estado de México, ahí conoció a Julio César Hernández Ballinas, en ese entonces policía ministerial, con quien contrajo matrimonio el 13 de diciembre de 2008.

Julio César tenía un plan de vida para Mariana: convertirla en ama de casa de tiempo completo, plan que se contraponía al proyecto de Mariana, quien deseaba ejercer como abogada; por ello, Julio César debió educarla con un método pedagógico sencillo pero eficaz, basado en el miedo al castigo disciplinario.

El método consiste en recurrir a cualquier tipo de violencia cada vez que el educador considere que el educando ha faltado a una norma, la norma puede ser explícita o tácita; en teoría, el miedo subyacente al ejercicio de violencia evitará que el educando transgreda la norma.

Julio César recurría a la violencia verbal, psicológica y física, pero Mariana resultó ser mala alumna, pues lejos de adecuar su proyecto de vida a lo dispuesto por Julio César, optó por divorciarse. Ante la perspectiva de no haber podido educar a su esposa, Julio César debó ejercer el castigo máximo para demostrar ante la comunidad de hombres, que él era un hombre en toda regla, capaz de controlar a Mariana, su mujer, su propiedad.

Es en ese escenario que el 29 de junio de 2010, Julio César emplea contra Mariana el último y definitivo ejercicio de violencia disciplinaria, un castigo ejemplar conocido en el derecho penal mexicano como feminicidio, y que no es otra cosa que la ejecución de la necropolítca subyacente en las dinámicas de dominación masculina vinculadas al amor romántico.

Julio César encarnaba la figura del sanson y también estaba rodeado de sansones, trabajaba en una necroinstitución encargada de administrar la forma de muerte aplicable a mujeres que denunciaban la violencia ejercida contra ellas por su pareja. Mujeres que se resistían a renunciar, en nombre del amor, a su condición de seres libres.

En la siguiente entrega continuaremos estudiando cómo la figura del sansón y la necropolítica se entrelazan en la contemporaneidad, revelando a través de la historia de Mariana la lógica disciplinaria que gravitan la voluntad, de quienes no deben tener voluntad.


[1] En adelante referidos bajo el término necroinstituciones.

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