Por: José Guadalupe Bermúdez
Para seguir reflexionando sobre la derecha como grupo político y como práctica cotidiana en la vida real, regresemos al lenguaje y la política para dilucidar esas acciones que aparentan ser una cosa que no lo son.
Vamos primero al lenguaje. Goebbels, el jefe de campaña de Hitler, a quien se le reconoce por el impacto de sus estrategias mediáticas que colocaron al jefe nazi en el nivel de seguimiento hasta el extremo de creerse raza superior y actuar en consecuencia para tratar de exterminar a los demás, con una identidad anti-semita, sostenía que repetir una mentira mil veces la hacía parecer como realidad; en la misma línea estaban los seguidores de Maquiavelo, quienes afirmaban que el acto de mentir debe ser analizado para obtener la mayor utilidad, que es indudablemente influir en la sociedad, dejando a un lado la moralidad, con el único propósito de la utilidad. El mentir entonces se convierte en una estrategia mediática para fines perversos.
Según Goebbels y los maquiavélicos, quien aspira a ser una figura pública debe de prepararse para deformar la realidad y presentarla a sus adeptos como verdad, crear versiones distorsionadas de los hechos y hacerlos llegar a una audiencia con el propósito de que lo crean y, si esta audiencia se resiste, utilizar estrategias que socaven esa resistencia hasta lograr que se coman la mentira, a través de repetirla una y mil veces.
Lo anterior explica por qué miles y miles de spots publicitarios recibimos cada día en los medios de comunicación, repitiendo mentira sobre cosas que sabemos son eso, mentira, para socavar la realidad. La mentira y el fraude son ese flagelo emocional con el que intentan adquirir adeptos. ¿Has contado los espacios diciendo lo que no es Xóchitl en la radio o la televisión? ¿Y qué pasa con los mercenarios de la información? Desde luego que estos seudo periodistas se unen a la estrategia de Goebbels y hasta llegan a creer sus propias mentiras, es decir que inicialmente saben que deben de repetir esa mentira con la conciencia de que no es verdad, pero deben decirla para impactar a otros, pero su cerebro termina mal, ya que funcionará mal, porque llega a un momento que se va a creer sus propias mentiras, es decir que las va a interpretar como verdades. Chomsky, lingüista de amplio reconocimiento, decía que si tergiversamos el lenguaje se corre el riesgo de tergiversar la mente. Por eso no es raro que muchos periodistas están “chuecos” o tergiversados, se han engañado a sí mismos.
Hay estudios que han demostrado cómo se comporta el cerebro de los mentirosos, de cómo se van adaptando a sus propias mentiras y son capaces de mentir en cada momento. Hay un mecanismo neural que soporta la mentira, se trata de un principio biológico de adaptación denominado adaptación emocional, catalogado como un modelo de mentira. Los otros modelos, según Rogers y Neuman, son el modelo criminológico y el modelo patógeno; en el adaptativo como lo dice su nombre, las personas se adaptan según las circunstancias, aceptan el engaño para evitar un perjuicio o conseguir un beneficio, por eso escuchamos algunas expresiones como: “Aunque me diga mentiras, lo seguiré porque trae buenas despensas”, o justificaciones parecidas, otros, por el contrario se dan cuenta del engaño pero se quedan con ella “Porque siempre han sido priístas”. Esto último lo acabo de escuchar en una persona en el brigadeo, una persona se negó a recibir el periódico que repartíamos, diciendo “Ya sé que Xóchitl no es lo que dice la propaganda y también que vamos a perder, pero no me cambio porque siempre he sido del PRI”.
Ahora en política, señalemos que la derecha es el segmento del espectro político que sostiene y defiende en los hechos, a veces no en las palabras, que determinados órdenes sociales y jerarquías son inevitables o deseables, de esta manera durante casi 100 años, procuraron tener millones de pobres para regular el mercado y no disminuir sus utilidades, de esa manera tendrían mano de obra barata y un ejército de reserva, porque la derecha es representativa de los intereses de los empresarios. En el caso del poder y su utilidad en la administración pública, justifican el diseño de políticas públicas que le garanticen eso, por eso mismo no incrementaban el salario mínimo bajo el argumento que se desencadenaría un desajuste económico, tampoco vieron bien la revocación de mandato, menos el rescate del petróleo y la energía eléctrica para la nación.
Es claro que con la derecha en el poder, es sinónimo de tener a los empresarios en el poder, sirviendose de la riqueza de un país, esto incluye al pueblo de México. También es conveniente ubicar que en algunas de sus prácticas logran convencer a personas que se declaran de izquierda, para que voten con ellos o les protejan de sus fechorías, de eso hablaremos en la siguiente emisión.
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