Por: Javier Irepan Hacha
Hemos dicho ya en otras ocasiones y otros espacios y sin buscar realizar el análisis desde el lugar común, sino siempre desde el ser educador, que la educación en nuestro país enfrenta graves y serios problemas de diferente naturaleza, destacan las grandes desigualdades sociales que se traducen en la escuela, lógicamente en inequidades educativas, de las que en otro momento daremos cuenta.
También hemos posicionado la idea en muchos espacios, de que la alternativa que nos queda para hacer frente a estos retos, es precisamente la discusión, el análisis, el debate y la construcción de un verdadero modelo educativo, de un proyecto educativo que atienda de manera puntual y correcta las problemáticas que nos plantea el sistema educativo mexicano.
Así, la ausencia de un modelo educativo nos ayuda a explicar en buena medida porque no hemos logrado consolidar el sistema educativo nacional y la construcción de un proyecto educativo, se convierte en la mayor urgencia que tenemos en la búsqueda de alternativas reales para que nuestra educación logre tener el impacto que se espera, sí ,en el sector productivo, pero fundamentalmente en la sociedad, para elevar los niveles de convivencia social, para crear profesionistas y profesionales, pero sobre todo ciudadanos.
Los momentos históricos donde el sistema educativo nacional logró un mayor desarrollo, se desprendieron de ideas claras y precisas, aterrizadas en proyectos educativos, y se pueden enumerar muchas, aunque solo por ejemplificar, señalaré la escuela rural mexicana, el proyecto educativo de José Vasconcelos, las misiones culturales y el plan de once años impulsado por Jaime Torres Bodet, en donde se refleja de manera clara que, tener claridad en un proyecto educativo, nos lleva a tener buenos resultados en la educación.
En consecuencia con lo anterior, es tiempo de impulsar la construcción de ese modelo educativo, de ese proyecto educativo que nos permita no sólo organizar de forma correcta la educación, sino que promueva una discusión amplia, un debate serio, sobre la orientación que debemos darle a la educación, que ayude a organizar las prioridades de atención y que oriente el quehacer educativo en general.
Lo anterior obligadamente generará la necesidad de una reforma educativa, y por mucho que sea cierto, que las experiencias inmediatas pasadas nos llevan a pensar que podemos caer en reduccionismos, también es cierto que es la única alternativa que tenemos para darle cause y buscar las soluciones a los muchos problemas de la educación nos presenta.
La forma que adquiera la reforma educativa necesaria, debe surgir de grandes discusiones con los actores involucrados, ello lleva tiempo y cada día que pasa es un día que perdemos, los debates serán difíciles y sin embargo si los vemos con apertura y sensibilidad, ahí encontraremos la riqueza de construir un proyecto educativo, democrático, incluyente, yo diría verdadero.
Ya pensando en un próximo sexenio esta idea de construcción se encuentra a tiempo, para buscar sensibilidad, hasta hoy podemos señalar que un ejemplo claro de desarrollo educativo y cultural es la CDMX, en donde los programas Maestr@ en tu casa y SaludArte, impulsados por la Dra. Claudia Sheimbaum Pardo, han logrado un impacto importante en el desarrollo educativo y muestra que con sensibilidad, conocimiento y voluntad, se puede lograr avanzar en lo educativo.
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