El centinela: El proyecto de Claudia Sheinbaum y la honestidad como estandarte de comportamiento social

por | Jul 10, 2023 | Opiniones, Victor Manuel Pérez Talavera

Por Víctor Manuel Pérez Talavera

En esta serie de escritos ya hemos hablado de cómo es que el proyecto político, social y económico de la Doctora Sheinbaum guarda estrecha relación con los principios que dan fundamento a la Nueva Escuela Mexicana (NEM).

Y es que más allá de que se pueda pensar que se está metiendo con calzador una comparación a todas luces dispar, lo que han tratado de mostrar estás pequeñas disquisiciones semanales es precisamente la relación que guardan el pensamiento político de Sheinbaum Pardo y por añadidura, su actuar en las esferas socio-económicas, con las nociones más nodales correspondientes a la transformación educativa que implica la NEM.

El principio tercero de la NEM propone que “La honestidad es el comportamiento fundamental para el cumplimiento de la responsabilidad social, que permite que la sociedad se desarrolle con base en la confianza y en el sustento de la verdad de todas las acciones para permitir una sana relación entre los ciudadanos.” (SEMS-SEP, 2019).

Por ello, junto a los demás principios que ya se mencionaron en anteriores entregas, la honestidad entendida como comportamiento y forma de vida, y como seña principal de haber recibido instrucción de calidad, la cual además muestra un desarrollado sentido de compromiso y pertenencia social, es una de las características que la sociedad mexicana reclamaba que estuviera presente en sus gobernantes.

Históricamente hablando, las fortunas de las grandes familias políticas y económicas se construyeron a costa del Estado Mexicano. La honestidad no era una de las cualidades o virtudes más valoradas a la hora de competir por puestos de elección popular. Antes bien, existía una suerte de admiración por figuras de poder, fuertes, que en el ánimo –valga decirlo también– de crear bienestar y ayudar a la ciudadanía, terminaban beneficiándose del privilegio de ocupar un cargo público.

Perfectamente documentados están los casos de las familias Alemán, Ávila Camacho o Peña Nieto ­–por mencionar tres casos solamente–, quienes desde la presidencia ocuparon el cargo para enriquecerse descaradamente. Esta falta de honestidad y de ética, no es que necesariamente quebrantara las leyes, formaba parte más bien de ese estilo patrimonialista de conducir lo público, desde una oficina burocrática por insignificante que fuera hasta controlar el mismísimo Ejecutivo de la nación, muy particular del PRI más retrogrado, una cultura política que, si se quiere, permeó también a las administraciones de la llamada alternancia.

La 4T en marcha desde el 2018, acabó de tajo con esa “cultura”, por primera vez en la historia reciente de nuestro México, el presidente de los mexicanos no terminará su administración siendo rico. La corrupción, su disminución y combate, quizá sean algunas de los problemas que la Dra. Sheinbaum tenga que atender con mayor urgencia cuando se siente en la silla presidencial, puesto que lo enraizado de estas prácticas no han permitido que el problema sea resuelto del todo en el actual gobierno, pero la nueva semilla de la honestidad se ha plantado y terminará desestructurando uno de los males que más coartan nuestro desarrollo como país en todas direcciones, no solamente en lo económico, sino en lo político, lo social y lo cultural. Por primera vez en la historia reciente de nuestro país, al jefe del Estado no le interesa el enriquecimiento, le preocupa la gente, los más pobres, los históricamente desfavorecidos.

Y es aquí donde la continuidad que Claudia Sheinbaum le daría al proyecto regenerador de la 4T, resultará en una sinergia virtuosa para México. Pues si hay algo que caracterice a estas dos personalidades es precisamente su probidad y honestidad.

Sin el ánimo de caer en planteamientos maniqueos, el hecho de que la cabeza del Estado Mexicano sea comprobadamente honesta es ya un avance significativo en la historia del país.

Sheinbaum como continuadora de ese proyecto, no puedo sino cumplir, porque su honestidad no está a discusión, con su responsabilidad social como funcionaria pública y gobernar para todos y todas. Con la convicción de que el Estado, en toda su extensión, provea bienestar, salud, educación y empleo a todos y todas.

La puesta en marcha de la NEM, y la formación de nuevos ciudadanos bajo estos presupuestos de honestidad, es decir, con sensibilidad social, no hará más que dotar de una base social nueva que junto con un gobierno honesto, justo y redistributivo, permita que la sociedad mexicana se desarrolle.

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