Por Víctor Manuel Pérez Talavera
Todo buen gobierno, toda buena propuesta de cambio, de mejora, superación y desarrollo de una sociedad debe partir del presupuesto de que este debe incluir y precisar una dimensión transformadora de la sociedad misma.
Para Claudia Sheinbaum, según lo que nos da cuenta con sus discursos y declaraciones, la transformación o el cambio social, no solo está relacionado con la mejora en las condiciones económicas y políticas, o con la disminución de la ignominiosa desigualdad que priva en nuestro país, tampoco únicamente reside y se resuelve al elevar los índices que promedian el Desarrollo Humano, sino que en todo momento se debe pensar y proyectar un cambio cultural. Un cambio en nuestra manera de entender y relacionarnos como ciudadanos, ante nuestros connacionales, y ante el mundo globalizado en el que vivimos.
En consecuencia con ello, la Nueva Escuela Mexicana (NEM) plantea, desde la educación en general -sea esta de carácter público o privado- esta transformación de la sociedad, puesto que plantea, en un hecho que resuena con el pensamiento de la Dra. Sheinbaum, que “El sentido social de la educación implica una dimensión ética y política […]” (SEMS-SEP, 2019) a través de la cual la base de la superación de “uno mismo” es la transformación de la sociedad.
El neoliberalismo y sus políticas públicas, perversamente nos han hecho creer que la superación individual, desprovista de condicionantes sociales, no solo era posible sino que además era deseable. Por tanto, la construcción o formación de ciudadanía a través de la educación se desincentivó en favor de una competencia feroz entre individuos que solo ha logrado fomentar un aspiracionismo ramplón y egoísta, tanto hacia los demás ciudadanos como con el medio ambiente y los recursos naturales.
Por tanto la NEM propone “La formación ciudadana [como] un camino para la transformación social”, la cual depende de educar personas críticas, participativas y activas que “procuren procesos de transformación por la vía de la innovación, la creación de iniciativas de producción que mejoren la calidad de vida y el bienestar de todos.” (SEMS-SEP, 2019).
Y he aquí la clave, el proyecto transformador tanto de Claudia Sheinbaum Pardo como de la NEM, pretenden y buscan el bienestar colectivo, social, comunitario, de todos, cabe insistir, ¡de totas y de todos!, antes que el utilitarismo competitivo y deshumanizado del neoliberalismo en su versión más descarnada y desastrosa, el capitalismo salvaje en que vivimos.
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