Odio el amigo secreto

por | Dic 19, 2023 | Mtra. Itzia Janik Macías Barreto, Opiniones

Por Mtra. Itzia Janik Macías Barreto

Y ¿qué es dar sino otorgar parte de ti mismo?

 y ¿qué es el recibir sino abrir el corazón?

Khalil Gibran

No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que en esta temporada la gente da más regalos que en cualquier otro momento del año: regalos por el amigo secreto, regalos por intercambios en los laburos, regalos por Navidad o Año Nuevo, motivos no faltan para dar una muestra material de afecto.

Siempre me han gustado estas fechas, pero nunca he compartido el entusiasmo por los intercambios navideños, me parecen el colmo del oficinismo, junto con la tanda, y ni siquiera soy neoliberal. Muchos espacios laborales son como una segunda familia, algunas más disfuncionales que la de origen.

En mi opinión, fomentar el intercambio en espacios tóxicos debería considerarse una forma de violencia. ¿Qué daño nos hace reconocer que no nos toleramos entre enero y noviembre? ¿Por qué fingir que nos queremos si tanto nos detestamos? Incluso si ese no es el escenario, quizá yo sea una persona avara que con certeza prefiera mostrar mi aprecio sin desprenderme de mi hermoso dinero: un abrazo, por ejemplo, o un “Feliz año” acompañado del resto de frases hechas para estas ocasiones.

Y es que los regalos no son cualquier cosa a la luz de la antropología, pues quien obsequia pretende formar algún tipo de alianza, relación o contacto con el agasajado. Recibir el obsequio implica aceptar la propuesta. Es una bella forma de decir, sin palabras, quiero ser tu amigo, tu amante, tu socio, tu colaborador; o no, también puede decir “Hoy por ti, mañana por mí”.

En cualquier escenario, el regalo compromete a algo; en un espacio laboral, a mantener un trato cordial y respetuoso con Panchita, quien cada vez que encarga las tortas la tuya la pide con chile, aunque llevas tres años diciéndole que el picante te empeora la colitis.

De acuerdo a Pancracio Celdrán, los fenicios, apenas llegar a un lugar, hacían obsequios con los comerciantes antes de negociar. El obsequiar también era practicado por las sociedades primitivas, donde solo se regalaba algo elaborado por el oferente (menos mal que no me tocó vivir en ese periodo, pues soy malísima con las manualidades). Por lo general, el regalo va unido a su utilidad, también a una buena dosis de sexismo: vino y aparatos electrónicos para los caballeros; peluches y maquillaje para las damas.

¿Los tiempos han cambiado? Maravilloso, del planeta de donde yo vengo no. El último obsequio que recibí de una compañera de trabajo fue una novela que narra una historia de amor. Al ser yo mujer, tendría que entusiasmarme el género, ¿cierto? Sorpresa: no me gusta. La agradecí, con todo, pues como los protagonistas, también he amado, he amado los libros y los mundos que abren ante mí, las sensibilidades que vierten y los paisajes que recrean. En especial si son oscuros y tenebrosos como en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, Drácula y Homo Criminalis.

Los intercambios de oficina son una lata y considero justo y necesario regularlos, total, si algo hay en México son abogados, alguno querrá entrarle al tema. Admitamos que aunque pasemos años trabajando codo a codo con alguien, (y esa frase no la digo en sentido figurado, pues hay oficinas tan reducidas como vagón de metro en hora pico), pocas veces nos hacemos una idea de quién es el ser humano que esta junto a nosotros hasta 12 horas al día, así que terminamos regalándole algo que no resuena con él.

Como le pasaba a mi amiga Jakeline, la contadora de la prepa donde trabajé recién egresada de la licenciatura y que año tras año, recibía de su amigo secreto una paleta de sombras. Nunca las usó, su sentido de la imagen personal era inexistente, se presentaba peinada al laburo por obra del Espíritu Santo.

Lo que hubiera dado yo por las paletas de sombras que le regalaban a mi amiga, las hubiera preferido a los muñecos de peluche que me obsequiaban: conejos y perros, incluso un chango, jamás un dragón o una serpiente; mejor aún, una tarántula.   

Comparte este artículo en:

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *