Por Yenissei Zaragoza Barriga

A propósito de la conmemoración del 08 de marzo, abría que destacar cuál a sido el avance para reducir la brecha de desigualdad que separa a los hombres y las mujeres, aun en nuestros tiempos, aquí en nuestro país. Es importante señalar cómo a pesar de los grandes logros y avances que en materia de igualdad de género o igualdad sustantiva que se han venido generando, todavía la brecha de desigualdad es muy amplia, por eso es ahí donde tenemos que ejercer esa urgente labor de concientización y sensibilización de la realidad que hoy es palpable y vivida.

Las mujeres mexicanas hemos luchado a lo largo de la historia por rescatar y aperturar los espacios de inclusión de la vida pública, como Juana Ramírez de Asbaje, Josefa Ortiz “de” Domínguez, Leona Vicario, Elvia Carrillo Puerto, Emilia Galindo, Adelina Zendejas, Griselda Álvarez Ponce de León, o la recién desaparecida Rosario Ibarra de Piedra; todavía nos vemos opacadas en este modelo machista, predominante en la mayoría de los espacios de convivencia social, ahora mismo tenemos la posibilidad de acceder a los espacios en los cargos públicos, que se ve reflejado en el primer gabinete paritario de la historia de nuestro país, pero muchos de nosotros todavía nos preguntamos si estamos listos para ser gobernados por una mujer, como si el solo hecho de ser mujer demeritara la gran y destacada labor que caracteriza a nuestra querida Dra. Claudia como científica, luchadora social, política y sobre todo conocedora del proyecto alternativo de nación,  que es tan necesario se consolide en nuestro país, ¿Quien mejor que ella, que ha sido parte de la construcción de este modelo humanista mexicano?.

En México existe una deuda histórica con el pueblo que ha padecido la humillación, la hambruna, la enfermedad, la represión y la muerte. De esa deuda quien mayoritariamente a pagado el costo ha sido la mujer y de las mujeres el sector indígena, afro mexicano y rural, por esta razón debemos apostarle a la construcción de estrategias que nos permitan abonar a este desafío de defender los derechos de nosotras las mujeres.

El pasado 07 de marzo en la CDMX se realizó el pronunciamiento de este sector con la presencia de 68 pueblos originarios desde Baja California hasta Yucatan; desde el lago de Texcoco hasta los desiertos de Sonora y Chihuahua, donde se señaló que a pesar de los grandes esfuerzos por haber estado en las luchas sociales de liberación, por la tierra, por los derechos indígenas y por condiciones dignas para todos, hombro con hombro, a lado de los varones, también hemos alzado la voz por nosotras mismas, por eso sabemos que la bandera de lucha por la transformación de nuestro país es también de las mujeres.

Pero sabemos que hay gente que todavía trata a los indígenas como inferiores, ignorantes, incapaces de trabajo y desarrollo. Las mujeres seguimos viviendo en nuestros cuerpos y en nuestras vidas los efectos de una sociedad machista, sexista y clasista, en este sentido la mujer indígena es la más podre entre los pobres, pero no porque desconozca de trabajo sino porque la mayoría de los trabajos que hacemos no son reconocidos ni remunerados, se tiene menos estudio, menos acceso a la salud, a la tierra, a eso que llaman “desarrollo”. Y que además son trabajos de “hombres”.

A nosotras las mujeres se nos ha encomendado el cuidado de los hijos, de la casa, de los enfermos, nuestra palabra apenas se escucha en los espacios donde se toman decisiones, no solo en los cargos de elección popular, sino en los espacios donde se discute, se acuerda y se dice dónde y cómo se van a hacer las cosas. Necesitamos estar donde se toman las decisiones, no ser excluidas.

Tenemos la necesidad de ser escuchadas e incluidas en los espacios de la vida pública de nuestro país, ahí donde se hacen las políticas públicas, es por ello que nuestro compromiso y respaldo es indiscutible hacia la Dra Claudia Sehibaum.